¿Hemos sido nosotros?

Pues yo creo que sí... Tengo un rato el viernes por la tarde y me voy al Cabeçó. En tres horitas voy, subo y regreso. Renazco y al asfalto de nuevo. Dejo el coche cerca de las cuevas (por cierto, he visto restos de un vidrio de coche en el suelo, me cago en la leche ¿no?) y arreo por el camino hacia el Racó Seva. Lo primero es que cuando alcanzo la casita que hay al pie de la Gene me salen dos perros y se me plantan delante con su colección de colmillos amenazantes. Sale un tipo de la casa y de dice que no pasa nada, pero los chuchos delante de mis morros ladrándome. Me quedo con ganas de soplarles dos ostias a cada uno. Le pego una bronca y sigo.

Se empina el camino y llego a la senda. El sol entra directamente hacia el racó pero mis ojos, además de disfrutar de la belleza de la caliza anaranjada, se arruga ante lo destrozada que está la senda en algunos puntos. Esto ha sido cosa de los dos o tres últimos años y me atrevería a decir que ha sido cosa de los corredores. Al final nos lo van a poner difícil. Por favor, no salgáis de las sendas... Ya sé que las pedreras son peor que las sirenas, pero hacemos polvo el terreno, además de nuestro tobillos.

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