Cuando vas a algo y regresas... Con el triple

(o más, o imposible de valorar)
Eso sucede en días como...¡qué más da!.
Lo importante, en esencia, es con quién, y también todo lo demás, claro.
Charlas en corto y en largo, susurrando y a gritos, afilando la oreja para filtrar el viento de la voz del otro. Chei, lo que necesitan hacer los amigos.
Y mientras tanto esto...
La grandeza de un paisaje que lleva miles de años siendo pisado y voy a ser incapaz de descubrir en tres o cuatro vidas...
La inmensa belleza que encierran estos tres gresolets, hermosura que me embelesa y que no sé -al menos a ratos- si quiero llegar a comprender...
O este pedazo de placa de caliza que no sé si es una rampa de lanzamiento de los neandertales o uno de tantos caprichos que me lobotomizan hasta que la realidad me vuelve a resetear...
Y la realidad es esta, no es un sueño... Es un par de colegas que se han pasado una mañana rellenando el alma de todo eso...
Gracias José Miguel, no sé qué sería de mis idas de chola sin ti.

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